Qingyong Chen

 

Así como me producen cierta fascinación los retratos, fotografiar paisajes me parece una tarea inútil, frente a la presencia imponente de lo natural, siento que no tengo nada que agregar. Pero las pinturas de Quingyong se sitúan en un borde, son casi paisajes y en ese casi radica su belleza. Cuando pareciera que van a decir algo sobre esa montaña o ese lago, o sobre ese lugar en el que esas geografías se funden, deciden callarse, guardar el secreto, no develar el misterio que se esconde detrás de esa nube que está siempre cambiando, o de esa bruma que ya no es bruma cuando queremos retenerla. Casi abstractas, casi figurativas, flirtean con los europeos consternados frente a lo sublime ( y no puedo dejar de pensar en Turner o en Caspar Friedrich), sin soltar la tradición espiritual oriental ( y ahora pienso en el taoísmo, en ese hacer sin hacer, dejando que las cosas se manifiesten en su propia forma). En otra de sus series él toma ladrillos antiguos de las dinastías Ming y Qing, y sobre esa materia densa, cargada de historia, pinta con trazos etéreos unos fondos vaporosos de los que emergen figuras casi espectrales. Visité a Quingyong una mañana en Zhujiajiao, una zona de construcciones sobre canales en el delta del río Yangtzé, en los suburbios de Shanghai, que dicen fue fundada hace 1700 años. Su taller, dentro de un edificio fabril, balconea sobre un grupo de viviendas al borde de uno de esos canales en el que los pobladores, en su mayoría jubilados, lavan y secan la ropa al sol en unos piletones, arreglan su huerta, toman té y juegan al mahjong al aire libre, en las puertas de sus casas. Registré su espacio de trabajo, y de paso le pregunté sobre su pulsión vital, su deseo:

– Quingyong: qué hace que te levantes cada mañana de la cama?
Cada mañana cuando me levanto me gusta desayunar temprano  para mantener una rutina de trabajo y de descanso acordes con el tiempo. Si no logro, siento culpa. Tengo una calidad de sueño bastante buena porque me acuesto y me duermo temprano. De cierta forma me parezco al amanecer y al atardecer.

 

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