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Micaela Chauque. Viento de Tilcara

Visité a Micaela Chauque en su casa al pie del cerro de Tilcara en Jujuy, había subestimado la subida que me esperaba hasta llegar ahí y cuando llegué estaba casi sin oxígeno. “La montaña amansa”, me dijo cuando me recibió.

-Micaela, qué le da sentido a lo qué hacés?

-Yo creo que tiene que ver mucho con el amor a la familia, con la crianza que uno tuvo, con el hecho el ver de una forma positiva trabajar, producir, tejer, trenzar, ser capaz de lograr hacer con las manos, con la imaginación, con el pensamiento. Hay algo que tiene que ver con el contexto en el que uno se crió, es como andar en bicicleta, al principio vas con rueditas y después ya te dejan solo. Yo tuve la suerte de que siempre me dejaron hacer, les agradezco a mis padres porque nunca me impusieron, me dejaron ser, y eso es clave para la creación, para después haber decidido hacer folclore, tocar la guitarra, cantar.

-Cómo es tu cotidiano? Qué es lo que te motiva a levantarte de la cama?

-Muy fácil. La respuesta son los sueños.

-Qué soñás?

-De todo. Voy variando cada día, por ejemplo hoy estaba soñando con que podría hacer una nueva canción que hable de la razón de vivir y pensaba cuáles son las razones.

-Cuáles son?

-Muchas, creo que para algunas personas son sus hijos, para otros son sus padres. Para otras personas es su trabajo, para otros el dinero, hay personas que sólo quieren producir dinero.

-Y para vos?

-Producir arte, hoy estoy pensando en hacer una canción nueva, y estoy pensando como resolver la letra, por qué caminos tomar…

-Contame un poco más sobre tu infancia y sobre cómo te fuiste acercando al arte

-La educación primaria la hice en Los Toldos, en un vallecito muy lindo que en ese momento no tenía agua corriente ni luz eléctrica, un pueblo en la frontera con Bolivia. Mi papá era maestro, mi mamá sembraba, criaba animales.

-Cuando terminé la primaria nos mudamos a Salta para terminar la secundaria y al cambiar del contexto rural a la ciudad es donde se potenció el arte: empecé a estudiar danza, música.

-Recién en la ciudad empezaste a tener contacto con la música?

-No, siempre tuve contacto, lo que empezó en la ciudad fue mi formación, ahí encontré mi campo de acción y se empezó a estructurar. Cuando vivía en Los Toldos cantábamos coplas todo el día, era algo natural que ya estaba en el ambiente, todos los momentos eran propicios para cantar. Tocábamos bombos, violines, la música no estaba separada de la vida social.

-Hablame de los materiales, de las texturas que te interesan

-Yo lo dividiría en dos, en los códigos que uso para crear y en la creación artística. El código del que he participado desde siempre es el que me mostró el pueblo, la gente, el que me mostraron los vecinos, las señoras, las fiestas patronales, los carnavales, de ahí sale la forma de cantar, cómo tiene que sonar una caja, eso lo aprendí ahí, son códigos heredados, consensuados socialmente durante años. Después está lo otro, lo que aparece después, la parte de la creación artística, que tiene que ver con la apreciación personal, eso es lo importante, esa otra pata existe y ahí es donde los artistas hacen “dulce de leche”, porque hacen lo que quieren, ahí no hay límites.

-Cómo “amasás” vos ese lenguaje para darle tu impronta?

-Me interesa ir transitando etapas. Ahora estoy en demostrar lo que uno es ya sin vergüenza, sin tanto cuidado. En este momento esa es mi construcción: defender el rol de la mujer dentro de la música popular andina que es muy masculina. Desde ahí me planto, desde la construcción de la música a través de la voz de una mujer andina. Fueron muchos años de mi vida para construir esta idea, no es que me levanté esta mañana y pensé esto, fueron muchos años de crear, de descubrir…

-Y hablando de etapas, de Salta te fuiste a Buenos Aires, verdad?

-Sí. Fui a hacer la Licenciatura en folclore, mientras tanto tocaba con Jaime Torres y daba talleres de danza y de sicus y quena. Pero ahí me manejaba en mi contexto paralelo, no es que tenía el ritmo enloquecido de la ciudad, tenía un ritmo diferente, el del estudio, las clases, la práctica, la música, las peñas norteñas.

Micaela en vivo con Divididos

-Terminada esa etapa me vine acá a Jujuy, que tiene musicalmente tres grandes influencias: una es la más antigua, la cultura colla o andina, después está la que surgió después de la conquista española, que es la cultura criolla, (la del gaucho, más mestiza) y la última que se incorporó después de la revolución industrial con el desarrollo de la caña de azúcar, que es la de habla guaraní, de los guaraníes que venían la mayoría del sur de Bolivia y que se asentaron en los ingenios hace 200 años.

-Y vos absorbés de todas esas tendencias?

-Sí, yo tengo formación de la cultura gauchesca de la Universidad, de la cultura andina por crianza y desde que me vine a vivir acá tomé contacto con las comunidades de la zona de la yunga ( tobas, wichis, guaraní).

-Y eso te amplía la caja de herramientas?

Totalmente, eso me permite hacer convivir varios lenguajes, pero desde que me instalé acá en Tilcara empezó “mi decir”.

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