Guillermina Baiguera. En proceso
-Guillermina, qué es lo que te motiva a salir de la cama?
-Me cuesta mucho! Risas.
-Soy muy ansiosa, y como me cuesta , me levanto tarde y siento que me queda poco tiempo de la mañana, entonces ni bien lo hago necesito empezar a trabajar, porque además es lo que tengo ganas de hacer. Me levanto, desayuno, respondo correos, pero lo que me gusta pasado ese momento es sentarme a bordar. Siempre necesito después de desayunar tener el tiempo como para hacerlo por lo menos una hora. Eso hace que el subidón de ponerse en la computadora y conectarse baje y me conecte de otra manera. Como siempre me levanté tarde y el mundo no funciona de esa forma, durante un tiempo eso me hizo sentir mucha culpa, hasta que entendí que era mi sistema biológico y que me era muy difícil levantarme temprano.
-Por qué llegaste al bordado, qué es lo que atrajo?
-Es una historia larga: estaba estudiando diseño gráfico un poco desilusionada con la carrera, estaba de novia con un chico de la facultad con el que después me casé, nos estábamos conociendo, y en un momento me preguntó qué hacía además de estudiar diseño gráfico, y no sé por qué le dije que bordaba. Un tiempo después viajé a Gral. Villegas que es donde viven mis padres y donde nací yo y en el cajón de un mueble encontré un bastidor, me lo traje y empecé a bordar . Él no lo sabe, nunca lo supo, pero esa mentira sostuvo todo esto.
-El bordado es el lenguaje, y qué indagaciones hacés vos con él?
-El bordado para mi es el tema.
-O sea que es a la vez herramienta y tema?
-Sí. Por más que dibuje o haga cerámica todo está siempre relacionado al bordado y sale todo desde ese lugar. Cuando me pongo a bordar lo que me interesa es explorar los materiales. Obviamente fue todo un proceso, en el que empecé bordando sin saber bordar y bordaba con los puntos de costura que sabía, pero esa técnica fue evolucionando y cuando empecé a dar clase todo se tornó más serio; empecé a investigar, a indagar en la historia del bordado y eso hizo que mis trabajos crecieran hacia otros lugares. A mi lo que me gusta cuando trabajo es ver qué me dan los materiales y aprovechar esa información . Lo que hago es trabajar con telas de trama regular que ya tienen una cuadrícula y sobre eso practico distintas tramas que generan del derecho y del revés distintas cosas, eso es lo que estoy haciendo desde hace mucho tiempo, siguiendo alguna reglas, por ejemplo con qué color empezar, y así veo de qué forma se van generando distintas tramas que funcionan de ambos lados, para mi lo importante no es el resultado de lo queda en esa pieza sino el camino, el proceso que te va llevando.
-Trabajo con hilos muy finos, con formatos más bien pequeños, entonces es todo muy meticuloso, casi de laboratorio, y pienso que son más investigaciones que hago sobre los materiales que algo que imagino que va a quedar de determinada forma. Más que nada voy siguiendo lo que me va surgiendo instintivamente en el camino. Mi trabajo pasa más por el hacer y después viene la reflexión, no me pongo a pensar previamente que es lo que voy a hacer, lo hago. Y después hay un pensamiento que lo acompaña.
Ahora, por ejemplo, de ese camino que salió de tanto trabajar con las tramas, surgió la idea de -por un error en una tela que quedó marcada- empezar a investigar qué pasa con las cicatrices que quedan en las telas cuando se liberan del hilo. Bordar es algo que no puedo dejar de hacer, algo que me hace bien, no quiero que suene pretensioso, pero es algo que me conecta casi con el orden de lo místico.
-Y cómo aprendiste a bordar?
-Aprendí sola, mirando telas o libros de bordado, los pocos que encontraba en esa época, porque cuando yo empecé a bordar hace 18 años no se conseguían libros de bordado, había algunos poquitos antiguos que editaba DMC, que para mi siempre fueron un fetiche, pero acá en Buenos Aires el bordado no existía. Yo empecé a bordar alrededor del 2000, 2001. En el 2002 el chico con el que estaba saliendo se ganó una beca en una escuela de arte y nos fuimos a vivir a Estados Unidos y ahí arranqué. Conocí a una chica japonesa que tenía una galería en Nueva York, al poco tiempo entré en esa galería como artista y ahí empecé a mostrar lo que hacía: unas mini esculturas bordadas. Cuando volví, tres años después, me costó mucho que la gente entendiera de qué se trataba el bordado, había mucho prejuicio por la historia que hay con el bordado, algo que hacían nuestras abuelas, que nuestras madres tal vez no quisieron hacer, pero que se retomó desde otro lugar, y eso es algo que siento que recién ahora está pasando acá. Mi galerista en NY estaba muy abocada a todo lo que era manual: el bordado, el crochet, entonces yo entré muy directo a ese mundo y cuando llegué acá, sobre todo cuando empecé a dar clases en el 2008, la gente me preguntaba si hacíamos manteles. Me sentí muy sola en ese momento, hasta que empecé a encontrar pares.
-Cómo es tu relación con las otras disciplinas que practicás?
-El dibujo siempre estuvo en mi vida, me encanta dibujar, no lo hago tanto porque me gusta más bordar, pero por ejemplo, los últimos dibujos que hice son óleos pastel negros sobre papel de seda en donde armé un catálogo de puntos de bordado, seleccioné algunos y los dibujé generando tramas, y surgieron unos dibujos negros que se llaman escapulario, porque así se llama el punto que me inspiró. Ese trabajo me parece que cerró en cuanto al vínculo entre el dibujo, el bordado y la cerámica. La relación con la cerámica surgió en una clase de dibujo en donde nos hicieron experimentar con ese material para después dibujar esas texturas , y lo que pasó fue que a esas cerámicas en lugar de dibujarlas les empecé a hacer agujeros para pasarles hilos y me di cuenta de que todo terminaba siempre en el bordado. La cerámica vino bien para ese momento pero no es con lo que más me identifico.
-Con lo que más te identificás es con el bordado?
-Sí, para mi ES el bordado.
-E hiciste un manual de bordado, no?
-Sí, justamente se llama Manual, es un libro de técnica, son 30 puntos que elegí, porque hay muchísimos más, y la idea fue hacer el paso a paso de esos puntos, es como una especie de recopilación de los apuntes que yo venía dando en los talleres.
-Hiciste lo que vos hubieras necesitado al principio, porque fuiste autodidacta…
-Claro. Hay muchos métodos, yo fui encontrando el mío, incluso me permití modificar algunos puntos y los hice como a mi me gustaban , y es eso lo que transmití en Manual, el método que a mi me resultó mejor para aprender a bordar. Para mi el libro es parte de mi trabajo, igual que Formosa, igual que la docencia, que es muy importante para mi: no los separo de mi obra, es todo parte de lo mismo.
-Contanos sobre Formosa
-Formosa es un espacio que dirijo hace más de 10 años, funciona como galería y se dan talleres, pero sobre todo funciona como una plataforma para generar muchas otras cosas. En Formosa se gestaron las clases de bordado, que es “lo mio”, el manual, y es un lugar para el vínculo. Es una versión de mi misma, pero a la vez es parte de una sola cosa: si pienso en mi trabajo como artista no lo pienso solamente con mi obra, lo pienso también con lo que hago desde Formosa. Quizás no sea el último espacio que haga, siento que todavía no encontré la mejor versión de mi misma. Son formas que se van encontrando hasta que surgen otras. Para mi es un “vamos viendo”.
