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Edgardo B. El Khoury. Cine fértil

La afinidad que siento con su pensamiento hizo que siguiera los pasos, hasta encontrarlo una mañana en el espacio en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires donde, junto a Christian Mouroux, comanda Cine Fértil. No sé si Edgardo es estrictamente un artista, pero él les contará cuáles son las huellas que me llevaron hasta ahí:

-Edgardo, cuál es tu motivación, qué es lo que te hace salir de la cama?

-Lo pondría en forma binaria, lo que me hace salir de la cama y lo que me hace salir al mundo, que no necesariamente es lo mismo. Lo que me hace salir de la cama es una suerte de feliz angustia inconformista, una necesidad de dotar a mi vida de ciertos colores que le den sentido, que es en definitiva lo que todos buscamos: en las religiones, en los partidos políticos, en las ideologías, o en las profesiones. El detonante viene desde la infancia, cuando era chico pensaba qué era la sociedad: recuerdo una imagen del avión llegando de noche a Comodoro ( que es donde crecí), y ver a la ciudad dibujada como una medusa de luz en la oscuridad. Qué es la sociedad es una pregunta que me desvelaba y me desvela desde niño.

-En términos de salir a lo social, se habla mucho de la crisis de identidad contemporánea, en mi situación, mi identidad está conformada por cruces que tienen que ver con la clase social: padres trabajadores, abuelos paternos de villa obrera en el partido de Lanús, abuelos maternos chilenos en la Patagonia argentina y en términos comunitarios soy nieto de libaneses: mi abuelo libanés (si bien mi abuela era italiana) le dio a mi familia una impronta muy inclinada hacia eso, lo que afloró en mi la conformación de un núcleo identitario libanés. Eso lo viví como una crisis de mi identidad con el mundo, donde la identidad árabe, islámica o medio oriental, libanesa, es vista muchas veces o de manera contemporánea -porque hace veinte años esto no sucedía- como una identidad amenazante, oculta, cargada de tópicos que tienen que ver con el orientalismo, y que descubrí mucho después. Esos fueron disparadores que generaron búsquedas y en el camino fui encontrando algunas respuestas que fueron abriendo nuevas puertas y nuevas preguntas. Por qué hago lo que hago? Porque trato de deconstruír por un lado determinados mecanismos intelectuales que posicionan a la sociedad mundial entre civilización y barbarie (y esto es europeo y colonial) y en términos locales cómo se traslada esa civilización y barbarie a la mirada que tenemos sobre los árabes no en Argentina y en América Latina, sino de Argentina, porque son comunidades que tienen más de 200 años de presencia.

-En qué consiste Cine fértil y cómo se fue gestando?

-Cine fértil surge de un grupo de politólogos y sociólogos amigos de la Facultad de ciencias sociales de la UBA , comenzamos las primeras muestras de cine en el 2007 2008, específicamente sobre el conflicto israelí palestino, trayendo documentales y poniendo estas piezas audiovisuales para ampliar la discusión universitaria sobre Palestina Israel, luego de eso vino el conocimiento de Edward Said y el orientalismo, sobre como Europa a construído y deconstruído oriente, después vino a mi vida el peronismo, rompiendo con la tradición de una familia radical, con lo cual ese orientalismo también empezó a ser entendido desde una perspectiva local y regional, no solamente con una mirada europea, que era de lo que me había dotado la universidad: esa suerte de dicotomía izquierda y derecha, y esas categorías que son vistas desde Europa y que son asimiladas sin ningún tipo de experiencia crítica en las universidades.

Y Cine fértil se transformó en un vehículo que empezó a abrir espacios cada vez más numerosos, hasta tornarse masivos, pensando ya no dirigir este tipo de propuestas a pequeñas audiencias ilustradas, sino abrirnos a la sociedad civil, que nos parece que es donde se dirime y se lleva a adelante la disputa por el sentido. Así que en esa disputa de sentido, decidimos embarcarnos de manera muy irresponsable, sin financiamiento, sin los recursos pero con muchas ganas , con el objetivo muy claro de generar en Argentina una escena que no había, que era la de traer cine árabe por primera vez a América latina y a partir de ahí tender puentes, que a su vez fue un discurso que después fuimos rompiendo: hace veinte años se hablaba de construír puentes entre las culturas y las civilizaciones, años más tarde nosotros cambiamos ese discurso, diciendo que esos puentes no había que construírlos, porque la civilización árabe estaba conectada desde –insisto- hace 200 años con la latinoamericana, lo que había que hacer era desocupar esos puentes de porquería mediática, para permitir ese libre flujo de artistas, de cineastas, de contenidos, de obras, de ideas, y así llegó LatinArab que fue el primer festival de cine árabe en América latina y que este año llega a su 8va. edición consecutiva.

-Podríamos decir que lo que te motiva sería descolonizar los de sentidos de civilización y barbarie y la idea que se tiene en Argentina de la civilización árabe?

-Sí, todo lo que está adentro de eso y todo lo que está afuera de eso, porque también la academia, como la comunidad artística, determinan cuál es el campo y lo que encontramos interesante muchas veces es lo que está fuera de campo, que es lo que tenemos que traer. Y hablando de fuera de campo: traigo la discusión borgeana sobre el exceso de color que en esta frase que extraigo de él se resume: él dice que lo que hace interesante al Corán es la ausencia de camellos, que eso demuestra que es un libro verdadero. No importa si eso es real o no, porque el Corán está lleno de camellos, lo que quiere decir es que lo más importante es lo que puede ser universalizable.

-Querés decir que el hecho de que no tenga camellos no lo estereotipa, que lo hace universal?

-Exacto. Sobre la discusión del exceso de color, Borges decía que el gaucho cuando escribe sobre sus penas no escribe sobre el caballo y el mate, escribe sobre la soledad en el campo. Fui a diferentes estudiosos del Corán y hay más de 33 citas a camellos, Borges lo había leído perfectamente, qué lo llevó a negar su existencia? Y ahí volvemos a la descolonización, el que domina nomina –como dice Foucault- y el que nomina domina, entonces por qué no sólo los árabes, sino cualquier identidad, los mapuches, el movimiento LGTB, tienen que perder la especifidad y el color para universalizarse? Qué tenemos que perder para entrar en esta universalidad históricamente situada en la declaración de derechos humanos universales en Paris occidental? Y cuando digo occidental digo Europa y EE. UU. ( Porque nosotros no estamos en occidente).

-Entonces lo que te interesa es universalizarse sin perder el color?

-Claro, Borges lo llamaba exceso de color, pero quién determina el exceso, qué te tenés que poner o sacar para poder estar sentado en una mesa en términos de simetría con otro ser humano del mundo, en este caso un estadounidense, un europeo, o las academias o las instituciones. El mundo ideal sería que nadie tenga que ponerse ni sacarse nada que no quiera. Eso tiene que ver con la diversidad cultural que se empezó a entender en los últimos años como una característica no solamente propia de los pueblos, sino como un derecho a conocer, contagiarme, promover, estar en desacuerdo incluso, con las formas de expresiones culturales, artísticas, políticas históricas de otras comunidades y otros pueblos. Es un derecho conocer esa diversidad en el mundo y no dejarnos expuestos a una suerte de masificación que el capitalismo como único sistema, después de la caída del muro de Berlín, dejó imperando y que ahora reproduce a una velocidad inimaginable a través de los nuevos medios de comunicación.

-Cómo definirías esto que el capitalismo hace con nuestras identidades?

-Masifica, uniforma, gestiona deseos, voluntades, te da un menú de preferencias bajo una apariencia de que estás eligiendo libremente. En este sentido, abrir puertas a la diversidad cultural y a esos fuera de campo en este momento nos parece necesario.

-Cuál es el concepto del festival y qué decisiones tomás al respecto?

-El concepto del festival implica generar una mirada Sur-sur , ese es nuestro marco ideológico, de igualdad entre dos regiones que tienen muchas cosas en común y que necesitan conectarse para aprender sus experiencias comparadas, que en muchos caminos y territorios son similares, que en algunos casos tienen dinámicas que se pueden cruzar y que nos pueden beneficiar mutuamente, sin necesariamente la mediación asimétrica del norte.

Requerimos un esfuerzo del ṕublico, no subestimamos a las audiencias y tratamos de influir para lograr un camino de mayor diversidad cultural: entender la diversidad cultural como un derecho, entender la otredad en condiciones de igualdad y no de tutelaje, entender los clivajes de civilización y barbarie leídos desde nuestra propia perspectiva regional y global con una mirada propia.

A priori, parte del público solía esperar de nosotros determinadas formas de representación barbárica, cargada de exotismo , estereotipada, lo que Edward Said llama orientalismo, una cultura milenaria de las solitarias arenas del desierto.

Y porque estamos formados por los mismos cines, los mismos libros, las mismas escuelas, encontrarnos con los países árabes implica encontrarnos con personas que muchas veces piensan que somos gente pobre pero feliz, que le gusta bailar y que tiene serias inclinaciones al narcotráfico.

A nosotros nos pasa por ejemplo con las mujeres árabes: gran parte de las audiencias, se sorprenden de encontrar películas con mujeres empoderadas, ideologizadas, decididas, que enfrentan patriarcados, desafíos, represiones, les sorprende encontrarlas al frente de movimientos políticos, sociales disruptivos, artísticos. Casi el 50% de los cineastas en el mundo árabe son mujeres y eso rompe todos los estereotipos y no encuentran en algunas películas a la mujer sometida, sumisa, en situación de víctima. Si, claramente la mujer está en situación de desigualdad en oriente, en occidente en el norte y en el sur, ahora la manera en que se representa a la mujer árabe desde el centro no es lo que estamos encontrando contemporáneamente en el audiovisual árabe. Y descolonizar todos estos sentidos es mucho más fácil hacerlo juntos.

-Descolonizar sentidos de Sur a sur sería la premisa ?

-El “log line” perfecto! ( Risas).

*Nota: El festival internacional Latinab se lleva a cabo todos los años en Buenos Aires en el mes de septiembre

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